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ADELANTO| Del mapuche heroico al estigma del ´flojo y borracho´ en “La historia del despojo» del historiador Martín Correa

Por: El Desconcierto | Publicado: 02.08.2021
ADELANTO| Del mapuche heroico al estigma del ´flojo y borracho´ en “La historia del despojo» del historiador Martín Correa La historia del despojo |
El libro “La historia del despojo; el origen de la propiedad particular en el Wallmapu” del historiador Martín Correa, editado por Ceibo Ediciones y Editorial Pehuén (julio, 2021), es una herramienta fundamental para entender y develar la historia del despojo del territorio mapuche, de la estigmatización y de cómo se pasó del ‘mapuche heroico que luchó contra los españoles’, al mapuche ‘flojo y borracho’ que no tiene derechos sobre las tierras que ocupaba. Aquí presentamos un adelanto.

La larga historia de las “Zonas Rojas”

La historia del despojo en las provincias de Malleco y Cautín, ahí donde hoy se encuentran las principales llamadas “zonas rojas”, tiene su origen en la irrupción militar encomendada por el gobierno de Chile en las décadas de 1860, 1870 y 1880, y los consecuentes remates, adjudicaciones y Concesiones de Colonización. Aquella fue la estrategia de ocupación, una forma de asentar y asegurar la soberanía del Estado chileno en un espacio que hasta entonces formaba parte de la jurisdicción de las autoridades del pueblo mapuche.

Hasta entonces, al sur del río Malleco no existía ‘infiltración’ de particulares como sí la había en Arauco, ni se había constituido la propiedad hacendal, como en las Provincias de Valdivia y Osorno. La población asentada al sur del río Malleco era exclusivamente mapuche. El Estado se propuso entonces la meta de someter al mapuche y ocupar sus tierras por la vía de las armas, en beneficio de los empresarios y sociedades interesadas en aquellas tierras. El historiador y cronista Jean Pierre Blancpain señala que la resistencia mapuche se prolongó durante décadas y que “la penetración final tiene lugar entre 1871 y 1882, precipitada por el empleo de nuevas armas, bajo la presión de la Sociedad Nacional de Agricultura y de los grandes hacendados ávidos de tierras vírgenes a escasos precios”.

El avance de la antigua línea de frontera desde el Bío Bío hacia el río Malleco, y desde aquí hacia el sur, hacia el Toltén, tiene como elemento fundamental el acuerdo cívico-militar al que hacemos referencia, acuerdo que se manifestaba en la prensa, en los discursos parlamentarios, en los partes militares, y en diversas cartas de las autoridades y poderosos locales, encabezados por los sucesivos alcaldes de Los Ángeles, Rafael Anguita y José María de la Maza, y por José Bunster, “El Rey del trigo”.

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Ellos alertaron al gobierno que no bastaba con derrotar a las ‘huestes indígenas’, pues, “sin una fuerza acantonada en la línea que se designó en el Malleco, sin fuertes que sirvan a la mansión de esas tropas i también de pie a una población, la seguridad, el reposo i quietud de esta provincia, serán siempre precarios. ¡Que gloria para V.E. poder decir algún día: yo afiancé la seguridad de la frontera i eché los cimientos de una nueva comarca!”.

El encargado de invadir y ocupar exitosamente el territorio mapuche, el Teniente Coronel Cornelio Saavedra, en su informe llamado “Consideraciones a favor del avance de nuestras fronteras en el territorio indíjena, i del establecimiento de una nueva línea de frontera sobre el río Malleco”, fechado el 11 de Octubre de 1861, señalaba: “El sistema de civilización i reducción de los indíjenas, que someto a la alta consideración del Supremo Gobierno, consiste en: 1º avanzar la línea de frontera hasta el río Malleco; 2º subdividir i enajenar los terrenos del Estado comprendidos entre el Malleco i el Biobío; i 3º colonizar los más a propósito para este objeto”. En términos prácticos: ocupar, fortificar, parcelar, rematar y colonizar.

Cornelio Saavedra –quien recibe del gobierno central la autorización, los pertrechos necesarios y un ejército compuesto por 800 hombres para lograr éxito en tamaña empresa- cruza las alturas de la Cordillera de Nahuelbuta, desciende al llano central y arriba a la tantas veces quemada y refundada Angol, un 7 de diciembre de 1862, ante el estupor y el horror de las familias mapuche allí asentadas. Relata el propio Saavedra: “Era verdaderamente penoso presenciar los llantos i exclamaciones de dolor de las mujeres araucanas al ver que se instalaban nuestros soldados en sus posesiones, de donde huían despavoridas a los bosques con sus hijos”.

La conquista de Angol tenía un significado que iba más allá de la ocupación misma, tanto estratégico como simbólico, en la medida que era el paso obligado por la Cordillera de Nahuelbuta desde el territorio costino, lafkenche, hacia el de los llanos, el territorio abajino, nagche, y desde allí la posibilidad de acceder a la precordillera, el territorio wenteche y hacia la cordillera pewenche. Angol, la ‘Ciudad de los Confines’, la nueva frontera norte del territorio mapuche, se convierte de este modo en el centro administrativo y núcleo de la expansión hacia el sur.

Sin embargo, el ingreso de las tropas chilenas no será tarea fácil, pues las tropas de Cornelio Saavedra se encontrarán ante una resistencia permanente y continua por parte de las fuerzas mapuche. El territorio que se extendía desde el río Malleco al sur, cruzando desde Chiguaihue y siguiendo por el Cordón de Quechereguas, correspondía a la jurisdicción de los temidos wenteche, la ‘gente de arriba’, los arribanos, los guerreros del respetado Lonko José Santos Kilapan, que dominaban en las actuales comunas de Collipulli, Ercilla, Victoria, la hoy estigmatizada “zona roja del conflicto mapuche”. El Lonko, premonitorio, según recuerdan los cronistas de la época, azuzaba a sus tropas y weichafes, instando a que “no se rindieran a los chilenos, porque les robarían sus terrenos i esclavizarían a sus hijos. Quieren hacer pueblos para acorralarnos como vacas”.

Decidido el ingreso militar al territorio wenteche, y luego de algunas refriegas menores, el conflicto abierto se desata una vez que llega a oídos de las autoridades militares chilenas que se prepara un gran alzamiento mapuche, encabezado por el Lonko Kilapan. De aquello da aviso al Ministro del Interior el general Basilio Urrutia, quien para entonces había sido designado encargado de las tropas de ocupación.

Se decidió entonces, desde Santiago, enviar a la zona una división de mil hombres rumbo al interior de la Araucanía, bajo las órdenes del Teniente Coronel de Ejército Don Pedro Lagos. En el parte de guerra se señala: “De las fuerzas enumeradas han salido de la Plaza de Angol 150 hombres del 4° i el piquete del escuadrón N°1 de este departamento, i el resto de esta plaza.

Ambas fuerzas deben juntarse a las cuatro de la madrugada en Chiguaihue, asiento principal de la rebelión i guarida de los facinerosos, i emprender desde allí unidas la persecución i el castigo de las tribus insurgentes [i] castigar únicamente a los indígenas que favorecen i apoyan a los malhechores, destruyendo sus habitaciones i sementeras i tomando sus haciendas. Varias indias viejas tomadas en los bosques, se pusieron en libertad comunicándoles el pensamiento de US. a fin de que fuera trasmitido a las reducciones indíjenas i llegara así al conocimiento de todos, esto es, que la autoridad se halla dispuesta a castigar i perseguir en todo sentido a los que cometen depredaciones en las poblaciones i campos de cristianos i que bajo ningún principio se amparen en el territorio indíjena a cristianos sin industrias ni ocupación alguna pacífica i conforme a las costumbres de los pueblos de la provincia”.

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